Que sean lo que quieran ser

Raquel tuvo contacto con la música desde antes de nacer, cuando Isabel, su mamá, la escuchaba en su tiempo libre. Tenía ocho meses y ya tarareaba algunas canciones, cuando en la mayoría de los niños esto sucede a los 18 meses.   

Un día, en un centro comercial, Raquel tarareaba una canción infantil de las que Isabel le ponía en casa. En ese momento pasaba Ligia, una profesora de música que, sorprendida, notó su habilidad y les dijo a sus papás que la música podría ser su ‘elemento’, es decir, la actividad que la podía hacer feliz, producto de su posible pasión y talento.   

Sus papás, Isabel y Gabriel, decidieron llevarla a donde les había recomendado Ligia: Al Colegio de Música de Medellín y a Cantoalegre, una corporación cultural que por más de 30 años acompaña a más de 6.000 niños y niñas a través de la música para desarrollar sus habilidades y que sean felices.  

Pensaban que esta podría ser una manera de potencializar algo que a Raquel le gustaba y se le daba de manera natural. Además, como habían decidido no tener más hijos, creían que podría ser otro espacio para socializar.   

A los cuatro años, Raquel asistía a clases de estimulación musical y despertaba cada vez más su curiosidad. Quería aprender a tocar otros instrumentos, entonces pidió entrar a clases de piano.   

Lo que parecía un asomo a la música, terminó conectando a Raquel con una pasión. De asistir una hora a la semana a su práctica musical, pasaron a ser cuatro. Además de las clases de piano, aprendió técnica vocal, a tocar el ukelele y la guitarra.   

Sus papás, valoraban que Raquel fortaleciera sus habilidades técnicas en la música con varios instrumentos, pero la gestión de tiempo se estaba volviendo un desafío y esto los cuestionaba.  

Retirarla de clases no era una opción porque veían lo fundamental que era la música para ella, pero tampoco sabían cómo hacer para transportarla y acompañarla en todo. Se dieron cuenta de que no podían seguir haciéndolo solos.    

Fue así como buscaron ayuda en el resto de la familia, contaron la situación y su angustia al no dar abasto para ayudarla a cumplir con sus deseos porque también debían trabajar, cumplir con sus proyectos personales y profesionales.   

Fue así como la abuela se ofreció a acompañarla a algunas clases y entre los cuatro organizaron horarios, se distribuyeron tareas y momentos para transportarla y estar con ella en sus clases. Tras un tiempo, hablaron también con Raquel para que priorizara algunas clases, pensando en su tiempo de descanso.   

Para la familia de Raquel es fundamental ayudarle a expandir su horizonte, en lugar de preguntarle qué quiere ser cuando grande. Saben que descubrir el ‘elemento’ o aquello que nos apasiona y dedicarse a ello permite desarrollar la creatividad, alcanzar el bienestar y el éxito a largo plazo.  

Así como para Raquel, Cantoalegre es un lugar en el que miles de niños y niñas han explorado y potencializado lo que más le gusta hacer, no necesariamente para dedicarse e ello en el futuro, pero sí para encontrar su tribu, reconocer un punto de partida en su viaje hacia la exploración de eso que los hace felices.   

Como adulto, ¿qué hago? 

Todos podemos influir en la búsqueda del ‘elemento’ en la primera infancia 

• Aprende a leer sus emociones e identificar qué le hace feliz  

• Comparte tiempo con él o ella  

• Ayúdale a perfeccionar sus talentos  

• Contribuye al cultivo de hábitos sanos en la primera infancia   

• Deja que trate de resolver sus problemas e inquietudes por sí mismo  

• Permítele estar triste o expresar sus emociones  

• Escúchale 

En tu infancia, ¿cómo te acompañaron en la búsqueda de tu ‘elemento’?