A San Carlos, Antioquia, un territorio antes estigmatizado por la guerra, cada año llegan casi tres mil turistas extranjeros que conocen su historia y renacimiento, gracias al turismo de memoria.
Rojo, azul, verde, banderas, rostros, colores y frases de paz adornan hoy las calles del municipio de San Carlos en el oriente de Antioquia, a casi cuatro horas de Medellín. Por sus calles, en el 2021, caminaron aproximadamente 2800 turistas extranjeros, que generaron cerca de cuatro mil millones de pesos en ingresos y que, a su manera, ponen a Antioquia en la mira de otros viajeros del mundo.
Hace unos años esto parecía imposible, pues esas mismas calles estuvieron manchadas con sangre y esquirlas de explosivos, ¿la razón?, el conflicto armado de Colombia.
Durante el 2021 San Carlos recibió tres mil turistas, entre locales y extranjeros que generaron 4 mil millones de pesos en ingresos para los habitantes del territorio. San Carlos era territorio dominado por las Autodefensas Campesinas del Bloque Metro y la guerrilla de las FARC. Entre 1998 y el 2005 hubo 32 masacres, 219 muertos y 156 desaparecidos, según el Centro de Memoria Histórica.
En el año 2005, en Colombia se adelantó un proceso de desmovilización por parte de las autodefensas en Colombia. Ya no había guerra en San Carlos, pero el recuerdo persistía en sus habitantes y en los extraños. Se trataba de un pueblo fantasma, del que se habían ido, por miedo, ocho de cada diez habitantes. Era una tierra peligrosa a la que no se debía ir, tenía un estigma.
Apenas en 2011, con grandes apoyos institucionales desde Medellín y el trabajo comunitario de los pocos habitantes que se quedaron en San Carlos, empezó el retorno de su gente y las cosas se fueron transformando. Las mujeres jugaron un papel fundamental al convertirse en las «jalonadoras» de sus seres queridos hacia el municipio y muchos jóvenes decidieron darle una segunda oportunidad a su tierra.
Con la presencia de la gente empezó a volver la institucionalidad al territorio, una cosa parecía llevar a la otra; se abrió una casa para la reconciliación y la memoria donde víctimas y victimarios fueron capaces de mirarse a los ojos y trabajar juntos. Los artistas locales empezaron a cubrir las paredes que tenían consignas de guerra con pintura, murales y grafitis, y los ríos salieron del anonimato para convertirse en atractivos turísticos naturales.
Luego, el voz a voz hizo su parte: se empezó a hablar de un municipio renacido, lleno de ríos, aguas verdes y calles de colores. La curiosidad empezó a ganarle al miedo, los carros a transitar las vías, las personas a nadar en las aguas claras y las paredes a inmortalizarse en redes sociales.
Más de doce años le tomó a la gente de San Carlos cambiar la narrativa del miedo por la del ecoturismo y la del turismo de memoria. Una forma de devolverle la honra a esos territorios estigmatizados, de recordar lo vivido, de reconciliarse y de resignificar el presente.
#Welcome a Medellín y al resto de Antioquia también.
¿Cómo cualificar la demanda turística y que lleguen quienes queremos atraer?
«1. Definir cuál es ese turismo que queremos atraer, tomar una decisión basada en los datos de la oferta que tenemos y priorizar. 2. Fortalecer nuestra marca ciudad para que logre proyectar la imagen que deseamos ante el mundo. 3. Hacer controles estrictos a los comportamientos por fuera de la ley, como la persecución penal para la trata de personas con fines de explotación sexual». Manuela Restrepo, abogada y consultora ¿Qué propones tú?
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