Lili Gulfo dejó sus ingresos y lugares fijos para ser una nómada digital. Hasta ahora ha trabajado desde 23 países en todo el mundo. Una historia para entender este estilo de vida y por qué Medellín resulta interesante atrae.
A los 33 años, Lili ya no dependía de una empresa, tampoco era una mochilera viajando. Un nómada digital es un profesional que trabaja a través de internet desde cualquier lugar. Ella solo requiere: una red de electricidad, wifi y una mesita para el computador.
Lili viene y va desde Medellín a otras partes del mundo, vuelve cada dos, tres o seis meses, genera empleo con su empresa y aconseja a personas y entidades acerca de cómo invertir en esta ciudad. ¿Pero, cómo lo logró? A Lili le gusta viajar y no quería esperar a asegurar todo lo básico antes de empezar a hacerlo con regularidad.
En pandemia, mientras otros atesoraban un trabajo fijo, desde casa, ella pensaba en renunciar para irse a trabajar desde cualquier lugar. Estaba cansada de los horarios de siete a seis y sentía sobre su espalda el peso de la rutina, había dejado de festejar cumpleaños porque estaba demasiado ocupada y quería vivir otra vida.
«¿Tú estás loca?, ¿cómo vas a renunciar a un trabajo donde ganas bien, te valoran y vas a irte por nada?», le decían sus papás a esta sincelejana y le pidieron pensarlo bien. Para tranquilizarlos, Lili les prometió planear mejor su retiro y renunciar seis meses después, además, empezó a enseñarles acerca del mundo digital, especialmente a su mamá, Josefina. Plataformas, redes sociales y las posibilidades que abundan allí, le ampliaron la mirada a su mamá. Ahora es «la abuelita digital» y tiene hasta grupos cerrados en Facebook con sus amigos.
Lili hizo una maestría en Marketing Digital y asistió a un Bootcamp de Emprendimiento Digital donde aprendió a sacarle provecho a una marca personal, con lo que creó una empresa. Desde entonces, les enseña a otros que es posible trabajar en lo que saben y quieren, desde cualquier lugar del mundo.
Cuando se abrieron fronteras al pasar la pandemia, viajó a Estados Unidos y a Puerto Rico para iniciar allí su vida como nómada digital, estuvo durante un mes y trabajó como consultora.
Lili ha podido combinar todo lo que sabe con su pasión por viajar y enseñar. Hace tres años, cuando empezó, vendió apenas dos cursos y lo primero que sintió fue frustración, «¿apenas dos? », se dijo, pero lo que pensó después hizo toda la diferencia: «¡este canal de ventas funciona!». Lo que hizo para lograr más suscriptores fue estudiar la plataforma, comunicar mejor el beneficio que las personas encontrarían en su curso y dedicarse a promocionarlo aún más. Crear los cursos y venderlos requería de mucho trabajo y disciplina, pero ha construido métodos para la distribución efectiva de todos sus servicios.
Actualmente, sesenta estudiantes pagan diez dólares mensuales para estar en su academia digital, le pagan por otros cursos, tiene una empresa en Estados Unidos y cuenta con doce colaboradores que también trabajan remoto. Para ella, este capítulo en su vida va para largo; ser nómada es su deseo más estable.
#Welcome nómadas digitales a trabajar desde Medellín
¿Los nómadas digitales y turistas deben pagar impuestos por estar en nuestra ciudad?
«Mucho más importante que pagar impuestos es tratar a Medellín con el mismo respeto con el que tratarían a su propia ciudad. Un impuesto sobre los alquileres de Airbnb, por ejemplo, podría reinvertirse en proyectos sociales, pero si se impusiera, habría que garantizar que el dinero se utiliza para mejorar la situación de la población local». Rupert Stebbings, cónsul de Reino Unido, en Colombia. ¿Qué propones tú?
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